Más Allá de los Cálculos: El Legado Imperecedero de las “Figuras Ocultas”

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La película Figuras Ocultas (2016) no es solo un relato cinematográfico inspirador; es un espejo pulido que refleja una verdad histórica cruda y, a la vez, esperanzadora. Basada en el libro de no ficción de Margot Lee Shetterly, la narración nos lleva al corazón de la NASA durante los años cruciales de la Carrera Espacial, pero su verdadera potencia radica en iluminar las vidas de tres mujeres afroamericanas cuyas contribuciones fueron vitales, pero sistemáticamente opacadas por un doble velo: el del racismo y el del sexismo.

Los Hechos Reales: Un Contexto de Segregación Sistémica

El primer hecho, y el más abrumador, es el escenario mismo: la América de los años 50 y 60, regida por las Leyes Jim Crow. En el Centro de Investigación Langley, en Virginia, la segregación era una realidad arquitectónica y social. Las «computadoras» afroamericanas, brillantes matemáticas como Katherine Johnson, Dorothy Vaughan y Mary Jackson, trabajaban en una unidad separada, la «Sección de Computación del Oeste», utilizaban baños etiquetados como «para mujeres de color» y eran excluidas de reuniones y reconocimientos. La película no exagera; documenta un apartheid laboral que convertía el simple acto de tomar un café o usar un baño en una odisea llena de humillación.

Los Logros: Precisión en la Adversidad

Los triunfos mostrados no son ficción dramática, sino hitos científicos verificados:

  1. Katherine Johnson (interpretada por Taraji P. Henson): Su análisis de trayectorias para el vuelo de Alan Shepard (Freedom 7) fue fundamental. Su verificación manual de los cálculos computarizados para la misión orbital de John Glenn (Friendship 7) fue un hecho real solicitado por el propio astronauta, quien desconfiaba de las máquinas. Su confianza en la mente de Johnson fue un testimonio elocuente de su reputación. Más tarde, trabajó en las misiones Apolo y el Transbordador Espacial.
  2. Dorothy Vaughan (interpretada por Octavia Spencer): Anticipándose a la obsolescencia de los equipos humanos de cálculo, aprendió por su cuenta el lenguaje de programación FORTRAN y se convirtió en una experta en computación electrónica. Fue, de facto, la primera supervisora afroamericana en Langley, liderando a sus compañeras en una transición tecnológica crítica.
  3. Mary Jackson (interpretada por Janelle Monáe): Para convertirse en la primera ingeniera afroamericana de la NASA, tuvo que solicitar un permiso especial para asistir a cursos nocturnos en una escuela segregada para blancos, enfrentando la burocracia legal del racismo. Su éxito allanó el camino para otras.

La Perspectiva: Lo que la Película Nos Invita a Reflexionar

Desde mi perspectiva, la grandeza de Figuras Ocultas y de los hechos que relata reside en capas:

  • La Revolución Silenciosa: Estas mujeres no protagonizaron marchas multitudinarias (aunque el movimiento por los derechos civiles era su telón de fondo), sino que libraron una revolución desde dentro, con reglas de cálculo, perseverancia y una excelencia impecable. Desafiaron el sistema no con discursos, sino con resultados tan irrefutables como una trayectoria orbital correcta.
  • La Interseccionalidad Antes del Término: La película ilustra perfectamente lo que hoy llamamos interseccionalidad: la superposición de discriminaciones por género y raza. Sufrían el menosprecio por ser mujeres en un campo dominado por hombres y la segregación por ser negras. Su lucha fue doble, y su éxito, doblemente significativo.
  • El Reconocimiento y la Memoria Histórica: La película es, en sí misma, parte de la reparación de una deuda histórica. Durante décadas, estas contribuciones fueron un pie de página ignorado. El filme, y la investigación detrás, las coloca en el centro de la narrativa de uno de los logros más celebrados de la humanidad, recordándonos que la historia la escriben también quienes, desde los márgenes, la impulsan hacia adelante.
  • La Colaboración Necessaria: Aunque destaca a tres figuras, la película también sugiere, correctamente, que hubo decenas, cientos de «computadoras» cuyo talento colectivo fue la infraestructura intelectual de la NASA. Son un recordatorio de que el progreso a menudo es obra de equipos diversos, aunque la historia prefiera nombres individuales.

Un Eco en el Presente

Los hechos de Figuras Ocultas no son una reliquia del pasado. Su eco resuena en los debates actuales sobre la brecha de género en STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas), la falta de diversidad racial en la industria tecnológica y los «techos de cristal» que aún persisten. La película nos pregunta: ¿Cuántos talentos están siendo marginados hoy? ¿Qué genialidad estamos desperdiciando por prejuicios arraigados?

Katherine, Dorothy y Mary nos enseñaron que el espacio no es la última frontera; la primera y más difícil frontera a conquistar es la de nuestra propia estrechez mental. Su legado real es una brújula que apunta hacia un futuro donde la excelencia, sin adjetivos de raza o género, sea la única métrica que valga. Su historia, finalmente contada, es un cálculo esencial para la trayectoria de una sociedad más justa y más brillante.


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